los malabares para poder pagar en Argentina

Vivir con una inflación del 124%, precios que cambian cada semana y billetes que no valen para casi nada trae de cabeza a los argentinos y los convierte en gestores expertos. Obligados, estudian la mejor forma para abonar cualquier compra y hacen malabares para estirar salarios cada vez más empobrecidos.

Los billetes son un reflejo del país. Los de 2.000 pesos, los de mayor denominación, se están colando ahora en las carteras meses después de su anuncio. No llegan con buen pie porque no sirven para comprar ni un kilo de las típicas milanesas (carne empanada) o dos de patatas. También porque “parecen truchos (falsos)”, repite más de uno al verlos por primera vez. Parecen descoloridos y el tacto no desprende confianza. Argentina ha encargado a China la impresión de enormes remesas de esta denominación. Antes lo hizo a España, Francia o Brasil.

El billete de mayor valor, de 2.000 pesos, no llega para algunos alimentos básicos

La inflación ha ido provocando que los billetes crezcan y se vayan renovando. El de 100 pesos, hace una década el rey absoluto y con aura similar al de 500 euros, no sirve ni para comprar caramelos. Hoy en la billetera se mezclan series de billetes dispares, lanzadas cada vez con menos margen. Conviven dirigentes históricos, animales y, ahora, referentes médicos en el de 2.000. Entre venados y Evitas, un resultado insólito: hay dos versiones para la mayoría de billetes y tres para el de 100. También se ha rediseñado el de 1.000, que dan los cajeros al sacar dinero… pero que no los aceptan para ingresar en muchos casos.

Cualquier operación del día a día puede complicarse. Pagar una comida en un restaurante en efectivo prueba la paciencia. Tras recibir una cuenta que pasa sin problemas las cinco cifras, al comensal le toca ponerse a contar billetes, porque ni con los más grandes se evita formar una pila. La escena la repite el camarero para asegurarse que el monto es el correcto. El fajo asusta, pero se traduce en unos 10 euros por persona aunque se opte por la carne, habitualmente lo más caro. Al visitante extranjero las comilonas le salen baratas, siempre que use efectivo y cambie sus euros en el mercado paralelo. Si tira de tarjeta, el tipo aplicado puede ser peor.

El baile de precios y las subidas son tales que en las últimas semanas la carne, clave en la dieta de los argentinos pero que se había vuelto carísima, se ha abaratado porque no se compra. El fantasma de la hiperinflación de momento queda lejano, pero en el súper o un restaurante las cosas ya valen miles, en las ciudades los alquileres cuestan cientos de miles de pesos al mes y los coches varios millones. Con tanta inflación, los comerciantes viven cambiando precios. Compran a los proveedores a un coste y le suman un margen para hacer la diferencia. Pero tras vender y tener que reponer las mercancías, los proveedores aparecen con precios más altos que borran cualquier ganancia. En realidad, acaban intercambiando dinero sin más. Para el cliente las cosas no son menos difíciles, porque ya no tiene fórmulas lógicas de calcular cuánto cuestan las cosas y no siempre tienen el precio marcado.

El Gobierno ha lanzado un programa para devolver el IVA en ciertos pagos con tarjeta

Para evitar engorros y que los billetes abulten en el bolsillo, con la digitalización, los argentinos se abren a nuevas formas de pago, como las transferencias con el móvil o el pago a través de códigos QR vía plataformas virtuales. Igual, antes que decidirse a pagar así, hay que echar cuentas, porque en la mayoría de tiendas y locales hay descuentos por pagar en efectivo –suele ser el 10%– o, si se abona con tarjeta, se opta a dividir en cuotas, que con la inflación acaba siendo un pago futuro más cómodo. Hasta la compra semanal se acaba haciendo a plazos.

Las elecciones del 22 de octubre añaden otra nota al pie. Si se pagan alimentos con tarjeta de débito, se opta a un reembolso del IVA, medida del Gobierno con la mira en los comicios. También ha dado bonos a jubilados, parados, empleados públicos y beneficiarios de otras ayudas. Más dinero en circulación para alimentar la inflación. Por el camino, el peso se deprecia sin parar. Si hace un año un dólar equivalía a unos 300 pesos en el mercado libre, hoy son casi 900. Al cambio, los sueldos se han devaluado con fuerza. Y quedan detrás de la inflación. Para el favorito en las encuestas, el ultraliberal Javier Milei, la solución es dolarizar. Sea esa u otra la salida, el billete de 2.000 apenas aguanta.


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Robert Mur

Argentine congressman and presidential candidate for the La Libertad Avanza Alliance, Javier Milei (C-R), waves a chainsaw during a campaign rally in San Martin, Buenos Aires province, Argentina, on September 25, 2023. (Photo by Luis ROBAYO / AFP)

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