¿Por qué en Argentina hay más trabajo y mayor igualdad, pero también más pobres?

A diferencia de la física o la química, en las ciencias sociales es imposible establecer relaciones exactas e inequívocas entre sus fenómenos. Tal es el caso de la economía en general y de la macroeconomía en particular, especialmente si el país en estudio es Argentina.

Es que nuestro país es tierra de tristes paradojas en materia económica. En los últimos tiempos se ha producido un aumento del empleo, fruto del crecimiento económico, y una mejora en la distribución del ingreso entre las familias. Sin embargo, el número de personas y hogares pobres registró un aumento.

Proponemos desentrañar las causas que están detrás de la ocurrencia simultánea de estos fenómenos. Primero mostraremos y analizaremos los datos más relevantes y al final presentaremos algunas conclusiones.

el mercado de trabajo


Desde hace un par de años, la economía argentina muestra una rápida recuperación. La expansión del Producto Interno Bruto (PIB) fue del 10,3% en 2021 y se estima que en 2022 fue superior al 5%.

Como correlato de una mayor actividad económica, aumenta el empleo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el desempleo alcanzó los niveles más bajos desde 2015 en 2022. En concreto, en el tercer trimestre del año pasado la tasa de paro era del 7,1% cuando hace un año era del 8,2% y hace dos años del 12,7%.

37,4%
Era el porcentaje de la población ocupada que no tenía bonificación por jubilación en el tercer trimestre de 2022.

Esta caída de la tasa de paro estuvo acompañada de un aumento de la tasa de actividad y, por tanto, no puede explicarse por el factor desánimo. Asimismo, el porcentaje de población que se encontró trabajando en 2022 alcanzó los niveles más altos en 7 años. Efectivamente, en Argentina hay generación de empleo.

Sin embargo, una mirada más detallada a los datos recientes del mercado laboral permite notar que la informalidad laboral también ha crecido en nuestro país. De cada ocho ocupados, tres no estaban dados de alta en el tercer trimestre del año pasado, una proporción muy alta considerando los valores que históricamente registró la tasa de informalidad. En comparación con el mismo período de 2021, aumentó 4,1 puntos porcentuales. Este es un problema grave, ya que los trabajadores “negros” se encuentran en una situación de vulnerabilidad, sin el amparo de la legislación laboral, sin beneficios de jubilación y con salarios que no son defendidos por los sindicatos en negociaciones conjuntas, dejándolos más expuestos a la inflación.

la distribución del ingreso


Otro fenómeno que se ha observado en los últimos tiempos es mayor equidad en la distribución personal del ingresoque resulta de ordenar a los miembros de una sociedad según su nivel de ingresos y estratificarlos en grupos del mismo número de personas.

El coeficiente de Gini es un indicador que sintetiza el grado de desigualdad en la distribución personal del ingreso. Varía entre 0 y 1, y cuanto más pequeño (más cercano a cero) es, más equitativa es la distribución en la sociedad en cuestión.

Flagelo. La informalidad laboral crece en Argentina y afecta a 3 de cada 8 trabajadores.

En Argentina, el coeficiente de Gini ha mostrado una reducción en los últimos tiempos, lo que indica una mejora en la distribución del ingreso entre los estratos sociales. Se ubicó en 0,424 en el tercer trimestre de 2022 y disminuyó 0,017 puntos interanuales, según datos del INDEC. Fue el mejor tercer trimestre desde 2018, y la mayor ayuda del Estado desde el inicio de la pandemia a los sectores más desfavorecidos es un factor explicativo de este hecho.

Estos datos muestran que La brecha de ingresos entre los estratos bajos y los estratos altos de la sociedad argentina se ha ido reduciendo, lo cual es una buena noticia a priori. Sin embargo, la forma en que se produce este fenómeno también merece ser comentada.

La mayor igualdad en la distribución del ingreso esconde en realidad una caída en el ingreso real del conjunto de la población, pero más pronunciada en los deciles más altos que en los más bajos.

Desde 2020, el ingreso promedio del estrato social bajo viene aumentando más rápido que el del estrato social alto. Sin embargo, en ambos casos se observó un ritmo de crecimiento más lento que el del índice de precios al consumidor (IPC). Lo mismo se evidenció en el estrato social medio. Por lo tanto, esta distribución personal más equitativa esconde en realidad una caída en los ingresos reales del conjunto de la población, pero más pronunciada en los deciles más altos que en los más bajosy no se explica por la movilidad social ascendente como sucedió en otros pasajes de nuestra historia.

La distribución funcional del ingreso, por otro lado, se ha vuelto más desigual en Argentina. Muestra cómo se distribuye el ingreso entre los diferentes factores productivos del país, y revela una participación decreciente de la remuneración del trabajo asalariado en el valor agregado bruto de la economía. Excluyendo el sector público, fue del 34,65% en el tercer trimestre de 2022, uno de los porcentajes más bajos registrados en los últimos tiempos. Por su parte, la participación media anual del excedente bruto de producción (compensación por los activos de la empresa) en el valor agregado bruto de la economía no ha descendido por debajo del 50% desde 2020.

La catástrofe de la pobreza


La pobreza es un concepto multidimensional. Sin embargo, nos concentraremos aquí en la llamada pobreza de ingresoses decir, el que resulta de comparar los ingresos de las personas y los hogares con la valoración monetaria de un conjunto de productos considerados de primera necesidad (canasta básica total).

Los datos son tan alarmantes como tristes. Según el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), en 2022 el 43,1% de la población argentina se encontraba por debajo de la línea de pobreza. En 2021 ese porcentaje era del 42,4% y en 2019, antes de la pandemia, era del 39,8%. Por tanto, además de ser niveles elevados, no muestran una tendencia a la baja.

43,1%
Fue el porcentaje de la población argentina bajo la línea de pobreza en 2022.

Por su parte, la tasa de indigencia, que mide la proporción de personas cuyos ingresos no alcanzan para acceder a la canasta básica de alimentos, ha mostrado una mejora. Se situó en el 5,7% en 2022, 0,9 y 0,5 puntos por debajo de los registrados en 2021 y 2019, respectivamente. Este hecho se atribuye a los refuerzos en la asistencia social.

El trasfondo de la paradoja


En la Argentina pospandemia se genera empleo, se reduce el desempleo y se hace más igualitaria la distribución personal del ingreso. Al mismo tiempo, la pobreza aumenta. Una verdadera paradoja. Sin embargo, una observación más detallada de las cifras puede llevarnos a formular hipótesis sobre las causas de este fenómeno.

En cuanto a la creación de empleo, se observa una mejora cuantitativa pero no cualitativa. Lo que se está dando en Argentina es un proceso de precariedad laboral, donde un porcentaje creciente de la población que trabaja lo hace “en negro” y, por lo tanto, recibe una remuneración que no se corresponde con el trabajo realizado ni con el tiempo asignado. y que crece por debajo de los salarios de los trabajadores registrados y del nivel general de precios. Cada vez hay más trabajadores pobresafirma la UCA.

Por su parte, si bien se observa una mayor igualdad en la distribución personal del ingreso, en términos reales el deterioro de los ingresos es generalizado y afecta también, aunque en menor medida, a las familias del estrato más bajo. Entonces, muchos de ellos terminan cayendo por debajo de la línea de pobreza debido a la alta inflación. En este contexto, las empresas se quedan con más de la mitad del valor añadido bruto y los salarios pierden peso relativo en la economía.

En cuanto a la creación de empleo, se observa una mejora cuantitativa pero no cualitativa. Lo que ocurre en Argentina es un proceso de precariedad laboral.

La política de asistencia del Estado parece lograr que muchas familias logren cubrir los requerimientos básicos de alimentación, pero no es suficiente para revertir la condición de pobreza de una parte sustancial del pueblo. Las condiciones de vida del grueso de la población se están deteriorando.

La inflación es funcional al Estado, ya que le permite licuar el gasto y recaudar más. Asimismo, en este contexto inflacionario, muchas empresas han incrementado considerablemente sus utilidades y, de hecho, los niveles de inversión sobre el PIB se encuentran en niveles muy elevados. Lo curioso es cómo la población asalariada se ha acostumbrado a esta perversa dinámica de precios y la pasividad con la que ven desvanecerse su poder adquisitivo y su calidad de vida.

Si bien existe una mayor equidad en la distribución personal del ingreso, en términos reales el deterioro de los ingresos es generalizado y afecta también, aunque en menor medida, a las familias del estrato más bajo.

Hay un fenómeno abordado en economía llamado “ilusión monetaria”. A partir de ella se explica por qué la gente valora más los aumentos nominales de nuestra renta que las pérdidas de poder adquisitivo por la inflación. En palabras más simples, valoramos más tener más dinero que lo que ese dinero puede comprar. Esto se magnifica en contextos inflacionarios: los trabajadores ven duplicar sus salarios de un año para otro. Sin embargo, para muchos de ellos llegar a fin de mes se vuelve más difícil.


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