en un excelente trabajo daniel stickco el 31 de diciembre, publicar en infobae una nota de cómo el sector privado está fuera de lugar a nivel mundial en cuanto al acceso al crédito bancario al sector privado con respecto al PIB, alcanza el 6,8%, superior en este lamentable ranking por cuatro países, Sudán del Sur 1,9%, Afganistán 3%, Zimbabue 5,4% y Sierra Leona 5,9%, esto en un marco en el que el promedio global del Banco Mundial ascendió al 99% del PIB.
Con claridad y precisión, el economista y periodista desarrolla las razones y los hechos por los que se llegó a esta situación. Esto requiere, en los momentos trascendentes que atraviesa la República, replantearse cómo se van a enfrentar los desafíos que impone la coyuntura local y mundial.
La historia siempre determina y expone los aciertos y errores del paso por la vida del hombre, así como de los países, y de esta manera marca retrospectivamente el camino a seguir. Veamos.
El primer banco en Argentina fue el Banco de Buenos Aires o Banco de Descuento, fundado el 15 de enero de 1822, durante el gobierno de Martín Rodríguez, por iniciativa de su Ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia y su Ministro de Hacienda, Manuel José García, su primer presidente. En la Casa del Consulado, en el actual predio de San Martín 137, CABA, es donde comienza a funcionar.
Inicialmente entre sus funciones estaba la de administrar el crédito que el país recibió del Baring Bank of England en 1824; También funcionó como Casa de la Moneda, emitiendo billetes y encargándose de acuñar monedas. En 1856 otorgó créditos con garantía real sobre inmuebles, es decir, préstamos hipotecarios, para finalmente, en 1863, pasar a denominarse Banco de la Provincia de Buenos Aires.
Así se llega a 1890 cuando el gobierno de miguel Juárez Celmán hace que una crisis termine en un proceso de descomposición en el que el sistema financiero colapsa, esto tan bien descrito por Julián Martel (seudónimo del periodista y escritor José María Miró) en su libro “La Bolsa”. Después de su renuncia, ¿qué sucede? carlos pellegrini, su vicepresidente y con él comienza el “Gran Cambio”.
Por iniciativa de Pellegrini, el 26 de octubre de 1891 se fundó el Banco de la Nación Argentina, con el fin de promover la agricultura, la ganadería y todas las actividades relacionadas con la transformación del país en un agroexportador por excelencia. De esta manera, Argentina comenzó a transformarse en la Nación opulenta de fines del siglo XIX y principios del XX.
El buen juicio, las sanas políticas económicas, el respeto a la Justicia, al Derecho ya la propiedad privada generan siempre confianza, estabilidad y prosperidad.
El buen juicio, las correctas políticas económicas, el respeto a la Justicia, el Derecho y la propiedad privada generan siempre confianza, estabilidad y prosperidad económica, esto motivó y promovió los grandes flujos migratorios de europeos a la Argentina, y se evidenció que cada comunidad creará su banco. servir a sus conciudadanos de manera eficiente y honesta.
Así surgieron: Banco Italia (1872), Banco Español (1886), Banco Francés del Río de la Plata (1886), Nuevo Banco Italiano (1887), Banco Alemán Trasatlántico (1887), Banco Galicia (1905), Banco Holandés fueron fundados. Unido (1914), Banco Londres y Río de la Plata, inicialmente Lloyds Bank (1918), Banco Israelita (1928), originalmente integrado por diferentes cooperativas que operaron desde 1887 hasta 1926 como la Cooperativa Israelí de Crédito de Buenos Aires, que en 1928 finalmente se transforman en Banco Israelita.
Al mismo tiempo, cada provincia fundó su institución financiera para atender las necesidades locales de sus comprovincianos. Esto permitió a las economías regionales alcanzar grados de excelencia en sus producciones con altos niveles de calidad, y facilitó ventajosamente su colocación en el exterior.
Cada provincia fundó su institución financiera para atender las necesidades locales de sus comprovincianos
Este virtuoso e inteligente proceso de trabajo y administración comenzó a desvirtuarse hace décadas, debido a que intereses privados y corporativos comenzaron a despojar a sus directivos que se desviaron de los objetivos y propósitos comprometidos, hasta provocar la quiebra de muchos de estos bancos.
A partir de entonces, muchas empresas y pymes locales quedaron desatendidas en la atención de sus necesidades crediticias, especialmente las regionales, que en muchos casos también sufrieron los efectos de pésimas administraciones provinciales con todas las consecuencias conocidas.
Aquí vale la pena detenerse, porque como consecuencia de la globalización y la universalización del sistema capitalista en la década de 1980, ocurrió un fenómeno mundial: el centro de gravedad del crédito se desplazó de los Bancos a las Bolsas de Valores.
¿Por qué? Por eso las Bolsas de Valores advierten que pueden ser la fuente de financiamiento más ventajosa para las empresas y los Estados que el banco, ya que ofrecen costos más bajos, condiciones más convenientes y plazos de pago más largos.
Estos cambios contrastan con los criterios anteriores, permitiendo a las empresas desarrollarse más rápidamente, flexibilizarlas y optimizar su expansión interna y externa.
La transformación que sufrió el sistema bancario-financiero a nivel global y local afectó severamente la capacidad de adaptación a los tiempos y marginó al país del mundo desarrollado, pero aún más preocupante también de nuestros vecinos, que crecen mientras Argentina, en su ceguera, se estaba autodestruyendo.
Nuestros vecinos crecen mientras la Argentina, en su ceguera, se autodestruye
Es ahí donde se debe poner todo el esfuerzo y énfasis en desarrollar los mercados de capitales de las economías regionales con la creación de Bolsas de Valores Regionales que respondan a estas urgentes necesidades y demandas de capital e inversión para crecer y expandirse.
Es necesario ser conscientes de que sin empresas no habrá desarrollo económico y sin PYMES tampoco se logrará un crecimiento armónico y empleo, y para ello se requiere capital y fuentes de financiamiento genuinos y estables.
Como lo demuestra la nota a la que se refirió al inicio de esta columna, la situación socioeconómica hace necesario recapacitar y comenzar a trabajar activamente para que se recree la cultura del ahorro y el crédito.
Y así, como se empezaron a gestar en todos los argentinos actitudes trascendentes, sorpresiva y felizmente, a partir de un evento deportivo, que permitía la unión sin distinción de credo político, religioso, racial o de clase social, se constata y constata que triunfar sólo con mérito, trabajo personal y de equipo, respeto a la autoridad y las normas, fe, voluntad, inteligencia, humildad y ausencia de soberbia, es de esperar que la sociedad en su conjunto comprenda y recorra este camino ejemplar.
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